En medio de una frecuencia inusual de suicidios debidos a la crisis (tres de cada 10 en todo el estado), el presidente de la CEOE de Tenerife y exconsejero de Economía y Hacienda del gobierno autonómico, conocido por su arrogancia despilfarradora y su despotismo ático, dice que hay que despedir a 5.000 empleados públicos para ahorrarnos cuatrocientos millones de euros. Nada dice de las familias ni de las personas, porque en la maldad de sus palabras está la clave del pensamiento neoliberal conservador que, dado lo dramático de la situación, podrían ser tipificadas de terrorismo. Cuando miles de personas andan en la desesperación porque nos saquean nuestro salario, nuestra dignidad y el futuro de nuestros hijos e hijas, este responsable de la patronal tinerfeña nada dice de que la organización que preside (CEOE) recibe del erario público el 70 por ciento de los dineros que maneja, más de 400 millones de Euros; nada dice de los más de 35 mil liberados de los que dispone la patronal, en cambio critica a los sindicatos y a los sindicalistas, critica lo público porque minimiza las desigualdades. Con gente así, el diálogo está roto de antemano. No hay nada que negociar con individuos de esta calaña.
La conciencia de estas situaciones va a más, cada vez hay más gente dispuesta a movilizarse y a frenar el desmantelamiento del Estado de Bienestar, por muy pobre que éste fuera. Pero tenemos que estar a la altura de las circunstancias, pues la solidaridad sin fisuras debe ser nuestra arma principal. Quienes nos hacen la vida imposible no pueden irse de rositas, y esta huelga general tiene que ser un aviso. Un aviso para que los partidos gobernantes (PP, PSOE, CC) tomen nota y se aparten del camino hacia el empobrecimiento que han emprendido, pues de lo contrario, la revuelta social está garantizada. Es cuestión de tiempo, de ganar madurez en la conciencia colectiva y de que algún acontecimiento precipitante nos ponga manos a la obra para acabar con esta forma de gobernar la sociedad.
Por eso, ante la desastrosa situación de la clase obrera canaria: 15% menos de salario que en el resto del Estado, mayor índice de paro, 33’8 por debajo del umbral de la pobreza, anulación de las partidas para energías sostenibles, para desalinización del agua marina, vuelta a los certificados de residencia, etc., se impone la construcción de otra Canarias menos dependiente en lo económico y lo político del Estado, socialista, sostenible, unida y solidaria. En definitiva, se impone la construcción de otra sociedad con mayores cuotas de igualdad y de distribución de la riqueza generada. De lo contrario, volveremos al mismo y fatídico punto de partida. Esta reordenación del sistema capitalista auspiciado por socialdemócratas y neoliberales, impedirá volver al bienestar alcanzado, levantará unas instituciones autoritarias, sin compromisos con el empleo y con la salud, con una vuelta al centralismo ramplón e indecente.
Pero en el proceso de enfrentar esta crisis, también, los trabajadores, las organizaciones sindicales y políticas de la izquierda debemos retomar viejos valores y abandonar malos hábitos adquiridos en todo este tiempo de despilfarro capitalista: el entreguismo a la patronal, la insolidaridad, la división, el consumismo feroz, etc. Hemos de desterrarlo de nuestras prácticas. Debemos combatir los malos hábitos adquiridos durante la época de la burbuja.
El momento que vivimos exige resistir para solucionar los problemas de raíz y evitar la tremenda polarización social. Exige organizar a la amplia mayoría perjudicada por todas estas políticas. Y exige, por último, superar las actuaciones a la defensiva y avanzar, impulsando todas las políticas alternativas posibles.
(*) Sí se puede celebra su II Congreso el próximo sábado 17 de noviembre, en Buenavista, bajo el lema: ‘Resistir, Organizar, Avanzar. Construyendo ilusiones.’
