Los estados conspiranoicos, las amenazas veladas, los cierres de centros ciudadanos para discutir estos documentos, las llamadas al orden, el uso masivo de los recursos públicos de todos para vender un PGO tan discutido y una presencia policial absolutamente desmedida me parecen que han sido la marca de la casa en un debate que realmente no se ha dado, pensando que ante las justas demandas vecinales solo cabe el palo.
Creo firmemente que la democracia que nos hemos dado, es para avanzar día a día en mayores cuotas de libertad, en mayores niveles de diálogo y entendimiento y no en intentar cercenar por todos los medios a aquellos que discrepan, utilizando los recursos públicos a tal fin. En este sentido me sorprende que personas que se dicen defensores de que la soberanía radica en el pueblo, no hayan hecho apenas intentos de escuchar a ese pueblo que merece ser oído y atendido.
Hace relativamente poco, antes de la firma del pacto lagunero, los portavoces del PSOE decían que este es el PGO “de los amigos de CC” y el propio Javier Abreu afirmaba que “las reuniones que están manteniendo los miembros de urbanismo con los vecinos con motivo del PGO les generan dudas y problemas, pero no soluciones verdaderas. Enredan a la gente con un lenguaje que no les aclara en qué situación van a quedar sus viviendas y el futuro de sus barrios”. Realmente me gustaría saber en que ha cambiado este plan para que participen de este apoyo acrítico y silencioso que vienen manteniendo. Quizás la oposición actual no formaba parte de la corporación en la anterior legislatura, pero sin duda participamos incluso más activamente que la propia oposición de aquel momento.
El nuevo PGO genera una evidente fractura ciudadana, que crece a medida que aumenta el nivel de información vecinal, que no considera que se corresponda con un diseño del municipio adaptado al presente, sino a una propuesta del pasado, y que además tendrá un elevado coste para las familias que ven afectadas sus viviendas, sus fincas o que verán incrementadas las tasas que pagan actualmente.
Un ejemplo de esto es el Plan de La Vega, que nació de una de las mayores manifestaciones que se han celebrado en este municipio, donde el mundo rural y el urbano salieron a las calles para defender esa otra parte del lagunero, su campo, donde se asienta la mayor zona ganadera del municipio y la que mantiene intactas las tradiciones, claro ejemplo son las romerías de los diferentes municipios de la Isla, que se celebran gracias a los bueyeros laguneros. Ahí fue donde se resucitó la vocación ganadera de La Laguna, partiendo de aquellos arrastres renacidos hace más de 30 años y que Pedro Molina supo encauzar todo un proyecto en torno a la Cooperativa La Candelaria. Esa lucha marcó las líneas rojas, por donde no se le podía coger ni un metro más a lo rústico en favor de lo urbano. Fueron los propios vecinos y vecinas del lugar los que decidieron mantener su forma de vida ante tanta oferta urbanizadora, que para ellos les hubiese repercutido en un beneficio económico mediato, también los laguneros de la ciudad lucharon por mantener las laderas y valle que les identifica, nosotros no lo olvidamos.
A pesar de que algunos se les haya llenado la boca con la defensa del campo, lo cierto es que con el PGO han dejado hasta ganaderos fuera de sus explotaciones, después de garantizarles la vida de sus explotaciones si se mantenían en suelo rústico.
Espero realmente que el logro vecinal de un nuevo periodo de negociación, aceptado en el último pleno, logre resolver la enorme diferencia que existe entre los que se mantienen en el modelo de desarrollo anterior y los que defendemos un modelo alternativo, ojalá esos puentes logren que finalmente tengamos un PGO para todas y para todos.
Juan Miguel Mena Torres, concejal de Sí se puede en La Laguna
